
¿POR QUÉ SIGUEN REPITIÉNDOSE LOS MISMOS ACCIDENTES MARÍTIMOS?
Lecciones de la MAIB y una reflexión personal sobre la seguridad en el mar
A pesar de años de recomendaciones, los accidentes en el mar se repiten. Descubrimos en qué fallan la cultura de seguridad, la formación y la tecnología, según Andrew Moll, inspector jefe de la MAIB.
Una reflexión personal sobre la seguridad en el mar
Desde una edad bien temprana, el mar ha formado parte de mi vida. Navego de recreo desde los doce años, y cada travesía me ha enseñado algo distinto: la paciencia del viento, la fuerza del agua, la necesidad de respeto.
Pero en 2022, el mar me recordó también su otra cara. Mi tío Alfonso —un hombre experimentado, enamorado de la navegación— salió solo a bordo de su velero y desapareció en el Mediterráneo. La noticia se hizo eco de su búsqueda, pero nunca volvió.
A partir de entonces, cada vez que leo un informe o una entrevista sobre seguridad marítima, no pienso en estadísticas, sino en personas. En historias reales. En todo lo que podría haberse evitado.
Esa fue mi sensación al leer la reciente entrevista a Andrew Moll, inspector jefe de la Marine Accident Investigation Branch (MAIB), publicada en Marine Industry News, en la que se pregunta por qué los mismos tipos de accidentes marítimos siguen repitiéndose año tras año.
Su análisis no solo es técnico: es profundamente humano. Y, como navegante, me interpela directamente.

Lo que revela la entrevista
1. La naturaleza humana como factor determinante
Moll lo dice sin rodeos: por más que existan normas y protocolos, muchos accidentes se repiten porque “las personas siguen creyendo que no les va a pasar a ellas”.
Esa falsa sensación de control —tan humana, tan frecuente— lleva a relajar procedimientos y a confiar en la suerte más que en la prevención.
2. La formación y la percepción del riesgo
En el ámbito de la navegación de recreo, la falta de formación es una constante. En muchos países, incluidos los europeos, no siempre se exige una capacitación técnica para manejar una embarcación pequeña o semirrígida.
Como señala Moll, saber lo que se hace no solo aporta seguridad, sino también disfrute. El conocimiento no limita la libertad: la sostiene.
3. La tecnología no sustituye la atención
Los avances tecnológicos —radares, GPS, sistemas de alarma— son aliados valiosos, pero también pueden generar una peligrosa complacencia.
Moll lo resume así: “Los humanos no somos buenos vigilantes pasivos; si no hay estímulo, nuestra atención se dispersa.”
La tecnología asiste, pero no reemplaza la vigilancia consciente ni el juicio del patrón.
4. Cultura de seguridad: más allá de las normas
El problema no es la ausencia de reglas, sino la falta de cultura de seguridad. Las lecciones aprendidas se repiten en los informes, pero no siempre se traducen en cambios reales a bordo.
Y, como en tantas otras áreas de la vida, la prevención no se enseña, se cultiva.
Lo que esto significa para quienes navegamos
Aunque la entrevista de la MAIB se centra en el ámbito británico, sus conclusiones resuenan aquí, en el Mediterráneo.
La navegación de recreo —por su carácter libre y no profesional— acumula pequeños descuidos que, sumados, pueden tener consecuencias graves.
No se trata de vivir con miedo, sino con respeto. El mar no perdona la distracción.
Cada accidente es un recordatorio. No solo de la fragilidad humana, sino también de nuestra capacidad de aprender y mejorar.
Claves prácticas para una navegación más segura
- Formación continua.
Actualiza tus conocimientos, participa en talleres, simulacros o cursos. No solo los técnicos: también los relacionados con la toma de decisiones y la comunicación a bordo. - Atención en la calma.
Los días “tranquilos” son los que más invitan a bajar la guardia. Establece rutinas de vigilancia y revisiones periódicas. - Tecnología con criterio.
Usa la instrumentación como apoyo, no como sustituto. Configura alarmas, revisa cartas y asegúrate de que la tripulación conoce y comprende los sistemas. - Mantenimiento y previsión.
Revisa tu embarcación antes de que el mar lo haga por ti. Las inspecciones, aunque parezcan rutinarias, previenen sorpresas costosas y peligrosas. - Cultura de seguridad compartida.
Fomenta el diálogo a bordo. Preguntar, advertir o detener una maniobra a tiempo puede evitar un accidente. La seguridad no es jerárquica: es colectiva.
Reflexión final
La entrevista de la MAIB no es una crítica, sino un recordatorio.
Recordatorio de que el mar no cambia; los que debemos hacerlo somos nosotros.
La historia de mi tío, como la de tantos otros navegantes, me enseñó que la línea entre una travesía perfecta y una tragedia puede ser tan fina como una decisión mal tomada.
Por eso, cada vez que subo a bordo, trato de hacerlo con gratitud y atención: no desde el miedo, sino desde el respeto.
Quizá ahí empiece la verdadera seguridad en el mar.
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